Qué ternura la de tus brazos
Tu cuerpo fuerte de esencia dócil.
Tu abrazo es sutil, encanta
Tu toque es liviano, derrite.
Me encanta que me haces reír con tus preguntas, como pretendiendo engañarte a ti mismo...
Verte desarmar tus esbeltez a la merced de mis respuestas sin tapujos...
Para mi, fuiste la escapada perfecta,
Mi dosis de ilusión y rebeldía,
Mi antídoto a la rutina,
La rebelión de los vellos entre mis piernas.
Me escondí bajo tus hojas
Y mi silencio gritó tu nombre más allá de las palmeras.
Las olas me contestaron: "Yo también estoy pensando en ti"
Y fui feliz por un instante.
Y volví a esperar por ti
A sentir deseos de verte, de encontrarte por casualidad o por capricho
Volví a escuchar con el alma, porque tus ojos de alguna manera entraron por algún escurridizo agujero
Volví a imaginarme agarrada a tu cintura,
A desear ser libre, a pensar que podía descubrir rincones nuevos de quietud y felicidad
Recordé que ya no era el miedo lo que me hacía temblar,
Temí haber agotado mi excusa, porque ahora todo se hacía más grande, más agudo, más intenso...
Como si lo mal hecho fuera parte del elixir de existir.
Joder, !cómo me enfurece que te me claves en las tripas, que te espere, que me hagas sonreír sin el mínimo esfuerzo!
Me molesta que existas, que trastoques mi entorno, que me hagas cuestionarme mi bendita ligereza de ser.
No sé si es el agua que hace el río o o la cuenca que sale al mar,
Pero sé que sin que deba esperarte o tu buscarme, irrevocablemente los silencios se gritan lo que debemos callar.
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