Te veo y te siento lejano
con tu fatídica resignación a la distancia
y tu conformismo atroz a tenerme a medias.
Te veo y te siento aletargado,
con esos ojos que quisiera sembrar dentro de mi.
Te deseo cerca, calentando mi costado;
valiente, espontáneo, de alas abiertas, intenso y ameno, sin miedo a vivir.
Te sigo esperando y me sigo muriendo...
TA
sábado, 3 de julio de 2010
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